Tras enfadarse con Marco van Basten después de la Copa Mundial de la FIFA 2006 y perderse la Eurocopa 2008, el mediocentro defensivo del Bayern de Múnich regresó a la selección con el nombramiento de su suegro, Bert van Marwijk, al frente de un equipo nacional que ya frecuentaba desde el año 2000. En la fase de clasificación, Mark van Bommel disputó 7 partidos, en una medular donde su repercusión es enorme. El que fuera símbolo del PSV Eindhoven, ahora un veterano respetado pese a su pasado disidente, va a disputar su segunda cita mundialista en Sudáfrica. Y seguramente sea la última, para un jugador cuyo palmarés con Holanda es el único punto negro de una carrera rica en títulos.
El precoz Van Bommel se formó en el RKVV Maasbracht, y dio sus primeras zancadas en la primera división neerlandesa en la campaña 1992/93, con la camiseta del Fortuna Sittard. Sólo necesitó dos campañas para afianzarse como un fijo en el club de Sittard-Geleen, donde permaneció siete temporadas.
El futuro triple campeón de Holanda iba a aplicar esa misma fidelidad a su llegada al Philips Stadion. Su idilio con el PSV se prolongó por seis años, con dos títulos de mejor futbolista holandés de propina (2001 y 2005). Van Bommel, campeón de liga en 2000, 2001 y 2003, era un ídolo en Eindhoven, donde su mentalidad de resistencia ante el sufrimiento encajaba de perlas en la cultura tradicional del club. Él fue el capitán del equipo que llegó hasta las semifinales de la Liga de Campeones de la UEFA en 2005, donde cayó ante el AC Milan al cabo de dos duelos que pasaron a los anales del fútbol neerlandés.
En el verano de 2005, inició con 28 años su aventura en el extranjero. Cuando su contrato con el PSV acababa de terminar, se decantó por el FC Barcelona, el club que admiraba de niño. En España, su estilo tuvo una aceptación menor que en su país, y su compatriota Frank Rijkaard lo relegó al banquillo la mayoría de las veces. Aun así, añadió otras dos líneas de gran prestigio a su palmarés: la Liga de Campeones y la Liga española.
Sin embargo, después de 12 meses de frustraciones, dejó Cataluña para marcharse a Baviera. En el Bayern, Van Bommel iba a recuperar la inspiración. Contratado para suceder a Michael Ballack (fichado por el Chelsea), el bad boy ganó la Bundesliga en 2008, para ser nombrado capitán unas semanas más tarde. Era el primer jugador no alemán en ceñirse el brazalete del club, un orgullo y un honor inmensos para un futbolista aborrecido por sus detractores y a menudo criticado por la prensa por sus jugarretas sobre el césped.
Van Bommel, futbolista con carácter, tenaz y combativo, no es solamente una máquina de meter el pie y robar balones. También es un brillante pasador y un potente rematador. Y en el PSV se erigió en un maestro de las jugadas a balón parado.
Recibió su primera convocatoria con la selección Oranje en 2000, y ha disputado hasta la fecha 20 partidos de clasificación y 3 encuentros en una fase final, la de Alemania 2006.