El extremo del Liverpool, titular indiscutible tanto con su club como con la selección, fue uno de los grandes artífices de la clasificación relámpago de Holanda para la Copa Mundial de la FIFA 2010. Tras incorporarse en 2006 a los Reds procedente del Feyenoord de Rotterdam, el internacional holandés logró convertirse en una pieza clave del sistema concebido por Rafa Benítez.

El jugador nacido en Katwijk aan Zee, autor de 91 goles en la Eredivisie entre 2002 y 2006 (una temporada en el FC Utrecht y tres en el Feyenoord), se ha transformado en un alero completo y combativo a las órdenes del técnico español.

Por un lado están Wesley Sneijder, Arjen Robben, Robin van Persie y Rafael van der Vaart, todos ellos arquetipos neerlandeses del novio ideal; puntas de lanza de la vanguardia oranje y superdotados técnicamente. Por el otro está Dirk Kuyt; con su corte de pelo imposible, su cara de boxeador, sus piernas arqueadas y su estilo más luchador que estético, el romperredes del Liverpool desentona en ese grupo idílico. Siempre infatigable y listo para el combate, se recorre su banda derecha, apoya a sus compañeros, defiende, resiste, se deja la piel.

“Hay jugadores capaces de cambiar el curso de un partido con una sola genialidad y otros que están al servicio del equipo. Yo no tengo problemas en admitir que pertenezco a la segunda categoría”, señalaba antes de una Eurocopa 2008 en la que se consolidó definitivamente como una de las figuras de la formación holandesa. “Según yo lo veo, se trata de ganar todos los partidos. Lo mío es ganar, soy un campeón nato. Todos los encuentros me parecen igual de importantes. Si te marcas el objetivo de ganar todos y cada uno de los partidos que juegues, conquistarás trofeos y, en mi opinión, de eso se trata”.

Marco van Basten fue el primero en detectar el potencial de este futbolista de perfil atípico. Después de que el ex astro del Milan lo convocara a la selección por primera vez en 2004, Kuyt aparece actualmente como un asiduo de la Oranje, especialmente tras haber competido en Alemania 2006 y en Suiza/Austria 2008. Ahora, a la conclusión de una temporada frustrante con un Liverpool mediocre en la Premier League, este hijo de pescador está resuelto a avivar la llama futbolística en tierras sudafricanas.

"En 2006 jugamos varios partidos muy buenos en la primera fase, pero a continuación nos topamos con Portugal y dejamos que se nos escapara la ocasión. Sabíamos que nos habíamos quedado cortos, que habríamos podido hacer mucho más. Ahora, a los integrantes de aquella selección que todavía quedan en este equipo se les presenta la última oportunidad de rayar a gran altura en un Mundial. Además, tenemos un equipo magnífico, repleto de talento. La Copa Mundial está a la vuelta de la esquina, pero todavía tenemos tiempo de progresar para sacar mejores resultados que en 2006”, nos declaraba el artillero en octubre de 2009 en una entrevista en exclusiva.

En homenaje a su padre, fallecido el 29 de junio de 2007, a Kuyt le gustaría sin duda poder alzar la Copa Mundial en Johannesburgo. Incluso tres años después de aquel triste suceso, sería un bellísimo tributo.